Acaba de pasar el día de la
madre. Usualmente no soy muy de celebrar cosas comerciales como este, el día
del padre, el día del cariño. Simplemente porque siento que es algo impuesto
con fines comerciales y soy rebelde. Más o menos. La verdad sí salgo a comer
con mi mama y mi papa, porque ellos no tienen la culpa.
Fui a trabajar como siempre,
ya que no tengo feriado porque no soy mamá. Agradecida porque había menos
tráfico del usual y con mi café en la mano, entré a la oficina deseándole feliz
día de la madre a las secretarias, enfermeras, y a todas las mujeres que sabía
eran madres. Mi sorpresa vino cuando al yo desearles feliz día de la madre
ellas, cortésmente, me lo desearon de vuelta, y sin reparos les hice la
aclaración que no soy madre. Algunas solamente sonrieron, otras me preguntaron
por qué no y no faltaron quienes me dijeron “va a ver que ya pronto”.
Acostumbrada a que la gente opine respecto a mi vida personal y mis decisiones,
no lo tomé a mal y proseguí con mi día.
El día estuvo muy ocupado, a
pesar de ser feriado, y en varias ocasiones las pacientes también me
felicitaron por ser mamá. Algunas se apenaron cuando les respondía que no soy
mama y cambiaron el tema de conversación nerviosamente.
Entre mis amigos cercanos no
faltaron las felicitaciones de “feliz día de las mamasitas” o algunos memes de
“Feliz día de la madre a las mamás de hijos con 4 patas”. Me hizo pensar, ¿Es necesario? ¿Realmente
necesito que me digan “mamasita” y me feliciten por ser el día de la madre?
¿Celebro el día de la madre porque tengo 2 gatos? Es cierto, amo a mis gatos y
son mis consentidos, pero ¿realmente debo esperar que me feliciten el día de la
madre por ellos? A mí no me parece que sea así. Y no es que tenga nada de malo,
o que mis amigos lo hayan hecho con otra intención que la de “bromear” o la de
no desaprovechar la oportunidad de mandar un meme chistoso.
Pero es que el hecho es que
no soy mamá. No soy mamá por tener gatos o por tener perros. No soy mamá y eso
está bien. Vamos, yo puedo no ser mamá por cantidad de factores y razones a
cuales más variados, y eso está bien. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar eso?
¿Por qué sienten la necesidad de desearme feliz día de la madre “al menos de
dos gatos”? como si fuera premio de consolación, o de decirme “pero va a ver que ya pronto”?
Estoy contenta con mi vida
como la llevo hasta el día de hoy. No soy mama,
ni el día de la madre ni los otros 364 días del año, y estoy en paz con
esa decisión. Soy profesional, soy amiga, soy hija, hermana, soy muchas otras
cosas que me llenan de alegría. No me hace falta que me digan feliz día de la
madre el 10 de mayo, al igual que no me hace falta que me digan feliz día del
abogado el día de los abogados.
Todo esto hubiera sido
pasado por alto, si no llega la tarde y un médico un poco mayor que yo llega a
mi oficina a darme las gracias por un favor que le había hecho anteriormente y,
sorprendido cuando le dije que no soy mama, tuvo a bien darme su opinión y
algunos consejos. Entre las frases ya bastante familiares para mi “no está
casada? No tiene hijos? Pero tiene novio? Por qué no? Pero ya mero?” así, una tras de otra, se
sumaron las de “pero por qué las profesionales modernas son así? Lo que pasa es
que ustedes las especialistas son muy exigentes y por eso no encuentran a nadie
a su nivel.” Le dije lo más cortésmente
que pude que de hecho, sí, somos muy exigentes porque tenemos mucho que
ofrecer. A lo cual él se rió y me dijo que no fuera tan exigente o me iba a
quedar sola. Le dije que era decisión de cada quien y que cada quien tenía sus
prioridades, dando por terminada la conversación. A manera de quedar bien
conmigo me dijo “usted es muy atractiva doctora, pero pone una barrera e
intimida a los hombres, por eso no se le acercan”. Simplemente sonreí y opté
por no contestar.
Entonces, veamos si entendí
bien. Para que se me acerquen los hombres y no se sientan intimidados, tengo
que ser ¿qué exactamente? Ser menos exigente, o sea conformarme con alguien que
no me parezca atractivo, alguien que no me parezca interesante o quizás alguien
que no me trate bien. Tratar de no
mencionar que soy especialista, porque eso intimida a los hombres. Las mujeres
profesionales que ganan mejor que su pareja tienen muchos problemas, los hace
sentir mal. Quizás ser menos independiente, disimular que me gusta ir y venir
cuando quiero y tomar mis propias decisiones, a los hombres no les gusta eso.
Decir lo que pienso aun llevándole la contraria a mi pareja no se ve bien,
especialmente si es en público, lo mejor es quedarse callada y hacerse la
tonta. En resumen, lo que me piden, es que sea menos. Menos exigente, menos
independiente, menos inteligente, menos segura de mí misma, menos para que el
hombre se sienta que es más.
Tal vez no, muchas gracias.
Bastante me ha costado llegar hasta donde estoy. Muchos años de estudio, muchas
batallas personales y con la sociedad para ser quien soy, independiente, y
quizá un poco contestona. Pero así me gusto. Y yo no quiero un hombre que me
tenga que hacer sentir menos para sentirse bien consigo mismo. Quiero un hombre
que sepa que soy mucho, que me valore y me aprecie, y por qué no, hasta se me
presuma y se sienta orgulloso de quien soy.
Michael Reid escribió un
pequeño poema al respecto y dijo “mientras más se encontraba a sí misma, sentía
menos necesidad de encontrar a un hombre que la hiciera sentir valiosa. El
trabajo de un hombre no es darle una corona a la mujer, sino simplemente
respetar la que ya tiene”.
¿Podemos empezar por
respetarnos a nosotras mismas? ¿Podemos respetarnos unos a otros? Creo que
respetar las decisiones de cada persona es esencial. El ser madre es una de las
decisiones que es completamente personal. En mi opinión, debe ser considerado
un privilegio, y no una obligación. Dejemos a un lado la escala global de
superpoblación, falta de recursos, y calentamiento global. Es una decisión
trascendental para la vida de toda persona, ya sea hombre o mujer, y no debe ser impuesto ni debe juzgarse a la
persona que decide no serlo.
Pero todavía nos hace falta
mucho como sociedad. El doctor que llegó a mi oficina a darme todos estos
consejos todavía piensa que me hizo un favor. ¿Se vería igual si yo llego a su
oficina a preguntarle cosas personales? A preguntarle si está divorciado, que
por qué se divorció o si piensa casarse de nuevo. Apuesto que no. Esas cosas no
se preguntan a un total desconocido, porque son personales.
En mi experiencia, y en la
experiencia de varias amigas de mi edad, este tipo de comentarios es muy
común, viene de todos lados, y es
constante. He aprendido a lidiar con él con una sonrisa y a no dejar que me
haga pasar un mal rato. Sin embargo, creo que la denuncia es importante. No
quedarme callada respecto a esto también hará que la sociedad lo empiece a ver
como lo que es: un tipo de acoso.
Sé que la mayoría de las
personas no entienden cómo una mujer puede escoger no ser madre. Si es algo tan
bello, algo que te da tanta felicidad, que te pinta la vida de colores. Sé que
no lo hacen con mala intención. Después de todo, es su concepto de felicidad y
ellos desean que seas feliz.
Gracias, en serio. Soy muy
feliz con mi vida. Soy feliz con mis sobrinas, con mis amigos, con los hijos de
mis amigos, con mis mascotas, también con mis viajes inesperados y saliendo de
fiesta. Si algún día la vida me permite ser madre, lo consideraré un privilegio
y será un viaje muy interesante, seguramente. Si no, simplemente será otro tipo
de vida. Y eso está bien.
La vida te enseña que hay
muchas batallas que tienes que luchar para ser quien quieres ser, para tener
voz. Mantenerse fiel a sí mismo es uno de los retos más grandes. Estar en paz
con nuestras decisiones y nuestra vida es en sí un privilegio del que no todos
gozan.
Quizás el año entrante esta
historia se repita, es lo más seguro. Sin embargo, sé que el cambio es posible.
Quizás si empezamos por dejar de felicitarnos unas a otras por ser “mamasitas”
y “mamás de hijos con cuatro patas” y simplemente aceptamos que no somos mamás
y es una decisión totalmente respetable.
Quizás el año entrante tenga
que tomar 2 tazas de café en vez de una y simplemente sonreír.