jueves, 26 de mayo de 2016

Soltera y sin hijos en el Día de la Madre



Acaba de pasar el día de la madre. Usualmente no soy muy de celebrar cosas comerciales como este, el día del padre, el día del cariño. Simplemente porque siento que es algo impuesto con fines comerciales y soy rebelde. Más o menos. La verdad sí salgo a comer con mi mama y mi papa, porque ellos no tienen la culpa. 

Fui a trabajar como siempre, ya que no tengo feriado porque no soy mamá. Agradecida porque había menos tráfico del usual y con mi café en la mano, entré a la oficina deseándole feliz día de la madre a las secretarias, enfermeras, y a todas las mujeres que sabía eran madres. Mi sorpresa vino cuando al yo desearles feliz día de la madre ellas, cortésmente, me lo desearon de vuelta, y sin reparos les hice la aclaración que no soy madre. Algunas solamente sonrieron, otras me preguntaron por qué no y no faltaron quienes me dijeron “va a ver que ya pronto”. Acostumbrada a que la gente opine respecto a mi vida personal y mis decisiones, no lo tomé a mal y proseguí con mi día.

El día estuvo muy ocupado, a pesar de ser feriado, y en varias ocasiones las pacientes también me felicitaron por ser mamá. Algunas se apenaron cuando les respondía que no soy mama y cambiaron el tema de conversación nerviosamente.

Entre mis amigos cercanos no faltaron las felicitaciones de “feliz día de las mamasitas” o algunos memes de “Feliz día de la madre a las mamás de hijos con 4 patas”.  Me hizo pensar, ¿Es necesario? ¿Realmente necesito que me digan “mamasita” y me feliciten por ser el día de la madre? ¿Celebro el día de la madre porque tengo 2 gatos? Es cierto, amo a mis gatos y son mis consentidos, pero ¿realmente debo esperar que me feliciten el día de la madre por ellos? A mí no me parece que sea así. Y no es que tenga nada de malo, o que mis amigos lo hayan hecho con otra intención que la de “bromear” o la de no desaprovechar la oportunidad de mandar un meme chistoso.

Pero es que el hecho es que no soy mamá. No soy mamá por tener gatos o por tener perros. No soy mamá y eso está bien. Vamos, yo puedo no ser mamá por cantidad de factores y razones a cuales más variados, y eso está bien. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar eso? ¿Por qué sienten la necesidad de desearme feliz día de la madre “al menos de dos gatos”? como si fuera premio de consolación,  o de decirme “pero va a ver que ya pronto”?

Estoy contenta con mi vida como la llevo hasta el día de hoy. No soy mama,  ni el día de la madre ni los otros 364 días del año, y estoy en paz con esa decisión. Soy profesional, soy amiga, soy hija, hermana, soy muchas otras cosas que me llenan de alegría. No me hace falta que me digan feliz día de la madre el 10 de mayo, al igual que no me hace falta que me digan feliz día del abogado el día de los abogados.

Todo esto hubiera sido pasado por alto, si no llega la tarde y un médico un poco mayor que yo llega a mi oficina a darme las gracias por un favor que le había hecho anteriormente y, sorprendido cuando le dije que no soy mama, tuvo a bien darme su opinión y algunos consejos. Entre las frases ya bastante familiares para mi “no está casada? No tiene hijos? Pero tiene novio? Por qué no?  Pero ya mero?” así, una tras de otra, se sumaron las de “pero por qué las profesionales modernas son así? Lo que pasa es que ustedes las especialistas son muy exigentes y por eso no encuentran a nadie a su nivel.”  Le dije lo más cortésmente que pude que de hecho, sí, somos muy exigentes porque tenemos mucho que ofrecer. A lo cual él se rió y me dijo que no fuera tan exigente o me iba a quedar sola. Le dije que era decisión de cada quien y que cada quien tenía sus prioridades, dando por terminada la conversación. A manera de quedar bien conmigo me dijo “usted es muy atractiva doctora, pero pone una barrera e intimida a los hombres, por eso no se le acercan”. Simplemente sonreí y opté por no contestar.

Entonces, veamos si entendí bien. Para que se me acerquen los hombres y no se sientan intimidados, tengo que ser ¿qué exactamente? Ser menos exigente, o sea conformarme con alguien que no me parezca atractivo, alguien que no me parezca interesante o quizás alguien que no me trate bien.  Tratar de no mencionar que soy especialista, porque eso intimida a los hombres. Las mujeres profesionales que ganan mejor que su pareja tienen muchos problemas, los hace sentir mal. Quizás ser menos independiente, disimular que me gusta ir y venir cuando quiero y tomar mis propias decisiones, a los hombres no les gusta eso. Decir lo que pienso aun llevándole la contraria a mi pareja no se ve bien, especialmente si es en público, lo mejor es quedarse callada y hacerse la tonta. En resumen, lo que me piden, es que sea menos. Menos exigente, menos independiente, menos inteligente, menos segura de mí misma, menos para que el hombre se sienta que es más. 

Tal vez no, muchas gracias. Bastante me ha costado llegar hasta donde estoy. Muchos años de estudio, muchas batallas personales y con la sociedad para ser quien soy, independiente, y quizá un poco contestona. Pero así me gusto. Y yo no quiero un hombre que me tenga que hacer sentir menos para sentirse bien consigo mismo. Quiero un hombre que sepa que soy mucho, que me valore y me aprecie, y por qué no, hasta se me presuma y se sienta orgulloso de quien soy.

Michael Reid escribió un pequeño poema al respecto y dijo “mientras más se encontraba a sí misma, sentía menos necesidad de encontrar a un hombre que la hiciera sentir valiosa. El trabajo de un hombre no es darle una corona a la mujer, sino simplemente respetar la que ya tiene”.

¿Podemos empezar por respetarnos a nosotras mismas? ¿Podemos respetarnos unos a otros? Creo que respetar las decisiones de cada persona es esencial. El ser madre es una de las decisiones que es completamente personal. En mi opinión, debe ser considerado un privilegio, y no una obligación. Dejemos a un lado la escala global de superpoblación, falta de recursos, y calentamiento global. Es una decisión trascendental para la vida de toda persona, ya sea hombre o mujer,  y no debe ser impuesto ni debe juzgarse a la persona que decide no serlo.

Pero todavía nos hace falta mucho como sociedad. El doctor que llegó a mi oficina a darme todos estos consejos todavía piensa que me hizo un favor. ¿Se vería igual si yo llego a su oficina a preguntarle cosas personales? A preguntarle si está divorciado, que por qué se divorció o si piensa casarse de nuevo. Apuesto que no. Esas cosas no se preguntan a un total desconocido, porque son personales.

En mi experiencia, y en la experiencia de varias amigas de mi edad, este tipo de comentarios es muy común,  viene de todos lados, y es constante. He aprendido a lidiar con él con una sonrisa y a no dejar que me haga pasar un mal rato. Sin embargo, creo que la denuncia es importante. No quedarme callada respecto a esto también hará que la sociedad lo empiece a ver como lo que es: un tipo de acoso.

Sé que la mayoría de las personas no entienden cómo una mujer puede escoger no ser madre. Si es algo tan bello, algo que te da tanta felicidad, que te pinta la vida de colores. Sé que no lo hacen con mala intención. Después de todo, es su concepto de felicidad y ellos desean que seas feliz.

Gracias, en serio. Soy muy feliz con mi vida. Soy feliz con mis sobrinas, con mis amigos, con los hijos de mis amigos, con mis mascotas, también con mis viajes inesperados y saliendo de fiesta. Si algún día la vida me permite ser madre, lo consideraré un privilegio y será un viaje muy interesante, seguramente. Si no, simplemente será otro tipo de vida.  Y eso está bien.

La vida te enseña que hay muchas batallas que tienes que luchar para ser quien quieres ser, para tener voz. Mantenerse fiel a sí mismo es uno de los retos más grandes. Estar en paz con nuestras decisiones y nuestra vida es en sí un privilegio del que no todos gozan.

Quizás el año entrante esta historia se repita, es lo más seguro. Sin embargo, sé que el cambio es posible. Quizás si empezamos por dejar de felicitarnos unas a otras por ser “mamasitas” y “mamás de hijos con cuatro patas” y simplemente aceptamos que no somos mamás y es una decisión totalmente respetable.

Quizás el año entrante tenga que tomar 2 tazas de café en vez de una y simplemente sonreír.











lunes, 23 de mayo de 2016

Mesa para uno



Si alguna vez me ven en un restaurante probablemente seré la mujer sentada sola en la mesa de la esquina. Leyendo un libro, quizás. Si no, absorta en mis pensamientos u observando a los comensales a mi alrededor.  

Cuando llego a un restaurante a comer  y me ven entrar sola la pregunta usual  es  “¿Ya la esperan?”   No, la verdad es que me gusta comer sola. Tiene un atractivo especial el poder tomar un descanso del trabajo, de la conversación, de la tecnología y de la interacción social. Tomar un descanso para poder  relajarte y ordenar tus pensamientos.  Dependiendo del día puede ser la única oportunidad que tenga para visitar al libro que de otra manera seguiría abandonado, esperando, paciente, que lo retome.  O el único momento de silencio en una ajetreada mañana.  

Cuando éramos niños nos enseñaron que lo deseable era tener muchos amigos y jugar con ellos durante el recreo.  Era feo cuando te mandaban a hacer parejas en clase y  te quedabas solo.    Si escogías estar solo, seguro era que te sentías mal o te pasaba algo. Parecía que estar sólo siempre era la última opción.

Y es que a veces pareciera que el mundo está hecho para dos. O eso nos han querido hacer pensar. Entradas al cine dos por uno, helados dos por uno, segundo plato principal a mitad de precio, segunda copa de vino gratis. Bueno, la segunda copa de vino nunca ha sido un problema, la verdad.   Pero ¿y qué hay de las cosas que se disfrutan en la soledad? Ir al cine y no negociar qué película vas a ver, o no tener que compartir las palomitas. La lectura. La música. Cantar a voz en cuello en la ducha. Un baño caliente. Un baño caliente con música a todo volumen mientras cantas a voz en cuello. 

No me malinterpreten, tengo muchos amigos  y me encanta compartir con ellos. Me gusta mucho el tiempo en pareja. No soy antisocial. Pero creo firmemente  que hay una magia muy hermosa que sólo se encuentra en el tiempo que pasas a solas.  Los pensamientos que tienes en tu intimidad, pueden resultar de lo más interesantes. Si los contemplas y analizas, quien sabe, quizás puedas aprender algo nuevo sobre ti mismo.  Conocer tus miedos y tus pasiones, lo que te gusta de ti y lo que quisieras cambiar.

A veces, solo es necesario recargar energía en la soledad para poder mantenerte cuerdo y lidiar con toda la sobrecarga de información a la que estamos expuestos todos los días.  Claro, si pueden disfrutar su propia compañía.  


La próxima vez que salgan los invito a que vayan a su restaurante favorito y pidan mesa para uno. 

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