domingo, 7 de agosto de 2016

Ten cuidado a quien odias, podría ser alguien a quien amas.

Hace unas semanas me contaron que mataron a un chico a golpes al salir del gimnasio. El no le estaba haciendo nada a nadie, no estaba buscando problemas con nadie, solamente iba a hacer ejercicio. Al parecer, a alguien le pareció ofensivo que el fuera a su mismo gimnasio porque era gay y no se esmeraba en ocultarlo. (¿Por qué iba a hacerlo?) Así que un día, le dieron tal golpiza que lo enviaron al hospital, donde moriría dos semanas después por tan grave lesión cerebral sufrida durante el ataque. Se llamaba Aldo. 

Aunque nunca lo conocí, la noticia de su muerte me puso muy triste. No podía entender como hay gente tan mala, con tanto odio en su corazón y tanta rabia. Me sentí indignada que el motivo de la golpiza fuera su orientación sexual. Según cuentan, había recibido amenazas de parte de algunas personas del gimnasio porque "no querían maricas ahí".  Y estas amenazas, que seguramente el pensó no eran más que bromas pesadas como las que estaba acostumbrado a recibir a diario, un día pasaron de las palabras a la acción, con terribles consecuencias. 

Pensé en mis amigos. Personas con un gran corazón, inteligentes, bondadosos, nobles, amigos como pocos. Personas que trabajan todos los días por el bien de otras personas. Médicos, artistas, atletas, ingenieros. Personas como cualquier otra que, casualmente, son gay.  Personas nada más. Con sus defectos y virtudes, con sus buenos y malos ratos, como  yo.  

En mi mente no cabía la idea que alguien fuera tan superficial como para juzgar a otra persona debido a su orientación sexual y sentirse con el derecho de matarlo a golpes. No podía concebir la idea que esto sucediera hoy en día. 

Al comentarlo con algunos amigos y amigas, la mayoría estaban tan consternados como yo. Sin embargo, me sorprendió escuchar algunos comentarios como "Es que se pelan, ahora ya hasta andan por ahí agarrados de la mano..." "Yo no tengo nada en contra de los gays, pero..." (Detente ahí. Nada bueno puede venir después de ese "pero").  Y me sorprendió más escuchar estos comentarios de personas con un alto nivel educativo y cultural. 

Respiro profundo y pregunto ¿No tienen derecho a agarrarse de la mano en la calle? ¿Le hacen algún daño a alguien? ¿Qué hay de sus otras características? Nadie habla de si Aldo era una buena persona, o de si era bondadoso. Nadie menciona si tenía un buen sentido del humor o si le gustaba la música. No se habla de si era un buen trabajador, responsable, amable y querido por sus compañeros de trabajo. No se dice si rescataba animalitos abandonados de la calle y en sus ratos libres reforestaba bosques plantando arbolitos. No. Los comentarios se reducen sólamente a su orientación sexual. Y, aclarando, no es que una persona tenga que ser un ángel para que su muerte sea lamentable. Sino, más bien, debemos recordar, por más absurdo que parezca tener que recordar esto, que el valor de la vida de una persona no responde a sus virtudes y defectos, sino al simple hecho que es un ser humano.

Recordar que como seres humanos  todos tenemos el mismo derecho a vivir, a ir y venir, a hacer ejercicio donde nos plazca, a tomar de la mano a quien mejor nos parezca. Que nadie nos debe juzgar por la manera en que nos vestimos o peinamos, o por algo tan personal y privado como lo que sucede en nuestra alcoba.  Que tenemos derecho a vivir tranquilamente y sin miedo. 

A nuestra sociedad le hace falta tolerancia y respeto. A nuestra sociedad le hace falta esos valores que muchos pregonan defender. Los comentarios homofóbicos no son inofensivos, son el inicio de una agresión. No deben ser considerados "solo una broma" porque aceptémoslo, hace tiempo dejaron de ser chistosos. 

Lo único que puedo pensar cuando escucho a alguien hacer algún comentario homofóbico es "No sabes lo que estás hablando" y en algunas ocasiones les hago la incómoda pregunta "¿Pero vos tenés algún amigo que sea gay?" Esto muchas veces los toma por sorpresa, y los hace pensar. La mayoría dice que no, ya sea porque no saben que tienen uno o varios amigos gay o porque cuidadosamente lo evitan.  

Entonces pienso: Si ellos conocieran a mis amigos, esas personas tan lindas que tengo la dicha de contar entre mis buenos amigos, si ellos se dieran la oportunidad de ver más allá de un prejuicio impuesto por la tradición o por la sociedad y pudieran apreciar a la persona sin importar los calificativos superficiales que le han dado. Si ellos pudieran dejar atrás ese miedo que le tenemos a lo diferente o desconocido, entonces esta sociedad sería un poquito mejor, un poquito más libre y un poquito más feliz. 

Me dicen que no y yo les digo "No que vos sepás, porque si alguno de tus amigos es gay nunca te lo va a decir". Eso los hace sentir bastante incómodos y algunos se ríen nerviosos. Ten cuidado a quien odias, podría ser alguien a quien amas. Un amigo de la infancia, un tío que siempre te ayudó, una amiga que ha estado contigo en las buenas y en las malas. ¿Acaso no amarías igual a tu hermano, a tu hermana, o a un hijo que te dijera que es gay? Si tu respuesta es "no", deberías buscar muy dentro de tí y ver en qué momento se te apagó el corazón. 

Admiro la valentía y fuerza que se requiere para ser abiertamente homosexual en esta sociedad. Para soportar los comentarios, las miradas, el rechazo, los ataques. No puedo imaginar el camino que les ha tocado recorrer. Y aún así están entre las personas más felices, divertidas, amorosas y positivas que conozco. 

Sigamos adelante amigos, tenemos mucho que aprender. No nos rindamos. El mundo gira en la dirección correcta y habemos muchos que estamos con ustedes, los defendemos y apoyamos.